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domingo, 12 de enero de 2020

China quiere aprovechar el mercado emergente de África





CHINA / ÁFRICA - China quiere ayudar a cumplir el «sueño africano», tal y como manifestó recientemente Wang Yi, consejero de Estado y ministro de Relaciones Exteriores del gigante asiático. Las relaciones entre el país y el continente se han intensificado de manera significativa durante los últimos años, tanto desde el punto de vista político como económico. De hecho, en la última edición del Foro China-África de cooperación (FOCAC), el gobierno chino anunció inversiones en África por un valor próximo a los 55.000 millones de euros en países como Nigeria, Angola, Sudáfrica, Etiopía, Congo o Camerún.

  •   Mientras los países africanos pueden ejercer de mercados para los productos chinos, los africanos pueden devenir consumidores.   

Hoy en día, unas 10.000 empresas chinas se encuentran operando en África. Amadeo Jensana, director del departamento de Economía en Casa Asia, recuerda que en 2018 el volumen total de comercio entre el país y el continente fue de unos 185.000 millones de euros. Las exportaciones de China a África rondaron los 94.000 millones y las importaciones ascendieron hasta los cerca de 90.000 millones. Así, los vínculos se han estrechado y el crecimiento de los países africanos depende de la economía china hasta el punto de que, como sostiene Jensana, en los años en los que el gigante asiático se ha ralentizado, los países africanos más expuestos también se han frenado.  




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Dado que se trata de la relación entre un solo país con otros 54, muy dispares entre sí, los lazos dependen de muchos factores. Ana Cárdenes, jefa del área de Economía y Empresa de Casa África, explica que la relación económica entre chinos y africanos se suele definir como un «''quid pro quo no'' condicionado»: explotan materias primas y las exportan para sus industrias manufactureras a cambio de infraestructuras y bienes de consumo que ellos facturan.

Y el no condicionado quiere decir que China, generalmente, no se inmiscuye en la política interna. «Se les critica desde Europa y se habla de una nueva colonización en la que China deja polución, ocupa tierras propicias para los cultivos con otros fines o esquilma bosques o bancos pesqueros. Sin embargo, muchos africanos defenderán que China tiene el papel de nuevo socio ante los habituales y que es capaz de cumplir sus promesas».

Polos de atracción
Los atractivos de África para la economía china se cuentan por decenas. En primer lugar, el continente africano dispone de recursos minerales como oro, grafito, acero, además de petróleo. De los que China necesita para su progreso económico. Pero, por otra parte, África requiere infraestructuras como carreteras, puentes, hospitales… y los chinos pueden abastecer estas necesidades, en muchas ocasiones, a través de empresas públicas.

Asimismo, Jensana insta a tener en cuenta que muchos emprendedores chinos indagan en el continente africano en torno a las oportunidades que ya no existen en el asiático, cuyo mercado resulta cada vez más competitivo y caro. «Buscan en África lo que se podía hacer en China en los 80 y 90», apostilla.  



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En resumidas cuentas, mientras los países africanos pueden ejercer de mercados para los productos chinos, los africanos pueden devenir consumidores. Ahora bien, cada país africano es un mundo y la situación difiere de uno a otro, pese a que haya empresarios chinos que hacen sombra a europeos o norteamericanos en lugares donde antes no existía competencia.


«En principio, la relación entre las culturas china y africanas puede parecer más horizontal y no se da sólo en las altas esferas. Los emprendedores chinos brindan todo tipo de soluciones a pie de calle y observan a sus clientes africanos, ofreciéndoles una relación no jerárquica y más entre iguales». Además, Cárdenes apunta que el chino se está implantando en escuelas del continente y que el Gobierno de Pekín concede becas y crea interés entre los jóvenes africanos, a los que forma y convierte en sus embajadores. «También hay desencuentros, pero su estrategia de poder blando funciona», apostilla.

¿Y de cara al futuro? Es difícil saberlo, puesto que cada vez hay más países e incluso organizaciones regionales o políticas interesadas en el continente africano. Véase el caso de Rusia, que acaba de organizar su propia cumbre con presidentes africanos, igual que lo hacen habitualmente Francia o China. Para más "inri", otros socios alternativos, como Turquía, India o Japón, entran en escena junto al interés creciente de otros países africanos, como Nigeria, Sudáfrica o Marruecos, por estrechar los lazos económicos y de cooperación.

«Hay una gran zona de libre comercio panafricana que empieza a funcionar y que debe incrementar las relaciones entre países, las infraestructuras y los flujos de mercancías, personas y dinero. Y crece la conciencia de que la riqueza debe repartirse y lograrse de manera sostenible, de que los sistemas políticos y económicos tienen que ser más inclusivos». La jefa del área de Economía y Empresa de Casa África afirma que los africanos serán capaces de defender sus intereses y avanzar en sus propios términos con la diversificación de socios comerciales. Y que la industrialización y los cambios en los sistemas de producción se están aceptando como inevitables.

Sea como fuese, el director del departamento de Economía en Casa Asia advierte de que, si China ralentiza mucho su crecimiento no necesitará tantas materias primas o petróleo. Y también pone de manifiesto, la importancia del resultado económico de los proyectos ya en marcha, puesto que si son viables, financieramente, los chinos explotarán más las oportunidades de negocio existentes. «No olvidemos que se trata de países complicados, con problemas de seguridad, y que los retornos de muchos proyectos no están garantizados". Aun así, Jensana confía en que la inversión china en África continúe aumentando, ya que "China quiere tener una mayor influencia política y diplomática en África, y la economía es una de las vías para conseguirlo".

Radiografía
África alberga 54 países con economías muy distintas, trayectorias diferentes y situaciones no comparables. Ghana, por ejemplo, no sólo crece económicamente sino que implanta políticas para evitar la «ayuda» y la deuda y para favorecer la industrialización y transformación locales. Pero, tal y como revela Cárdenes, otros países se encuentran en las antípodas. «Frente a locomotoras económicas como Nigeria, Etiopía o Sudáfrica, hay estados en descomposición que luchan otras batallas muy diferentes. Países intervenidos, empobrecidos, castigados por el cambio climático, por la violencia y por la pobreza. No hay una única cara para este continente y las tendencias difieren de un país a otro e incluso dentro de los mismos países». La jefa del área de Economía y Empresa de Casa África, defiende que si bien es cierto que la relevancia de la economía africana en la economía mundial, en relación al PIB y al volumen de exportaciones, probablemente sea muy marginal; al referirse a su contribución a la riqueza mundial desde otra perspectiva, con sus productos, las personas que migran o los conceptos y las ideas que exportan, su importancia es capital. «China lo sabe. Lo sabe Alemania. Lo saben Japón, India o Turquía. Todos se posicionan, igual que la Unión Europea, y hablan constantemente de que el futuro pasa por África. Nosotros decimos que ese futuro hace tiempo que es presente», sentencia.

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